9.29.2010

Se busca ladrón. Buena recompensa


(Efesios 5:21-33)

El vocalista Emilio José hizo muy popular una balada que decía: “ni contigo ni sin ti tienen mis males remedio, contigo porque me matas y sin ti porque me muero”. Y este estribillo pudiera ser el de muchos caballeros frustrados porque no logran entender a sus esposas, pero la verdad es que ni ellas se logran entender a sí mismas, fue por ello que Dios en su infinita sabiduría jamás pidió que las descifraran, sino que las amaran, puesto que Él jamás pide cosas imposibles de cumplir a sus hijos. Pero como para tener aunque sea una vaga idea de cuáles son las necesidades básicas de una mujer, he aquí un clasificado que por supuesto nunca saldrá en los avisos del periódico de tu ciudad:

“Se necesita un ladrón, un hombre que venga y me robe el corazón. Un hombre que se mire en mis ojos y me haga sentir su princesa sin sonrojos. Un hombre que no me hable de autos y motores sino del aroma de las flores. Un hombre que me escuche atento y me haga preguntas sobre lo que le cuento. Un hombre que no me vea como a una más del mundo, sino como la mujer que para él es todo su mundo. Un hombre que pueda comprender mis continuos cambios hormonales y por ende mis variaciones humorales. Un hombre que me pida que le cante, aunque sepa que desafine y el tono no levante. Un hombre que solicite que con él me case y que haga de nuestro hogar su única base. Un hombre que no me viole en el lecho nupcial, sino que me seduzca con romance para mi amor entregar. Un hombre con el que se pueda hijos engendrar sabiendo que no los va a abandonar como si fuera semental. Un hombre que se esfuerce en proveer para las necesidades de la casa y no que se conforme con una economía escasa. Un hombre que no descuide su salud ni se le descuelgue la panza cuando en el almanaque vea como el tiempo avanza. Un hombre que aunque me vea gorditos, canitas, venitas y arruguitas, todavía me acaricie con sus manos de macho y así juntos ponerle más leña al rancho. Un hombre que sea como mi padre, mi pastor, mi proveedor, mi cuidador, mi amigo, mi confidente, el padre de mis hijos, mi novio y amante, que yo le prometo ante Dios que seré su ayuda idónea constante, eso sí, traviesa en la noche y santa cuando se levante”.

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Tomado de:
“Devocionales en Pijama”
de Donizetti Barrios
Derechos reservados de autor.

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