5.13.2010

Decirle sí a algo es decirle no a todo lo demás.


Cuando un joven se casa le está diciendo sí a su novia y a la vez le está diciendo no a millones de chicas que pudieran ser más atractivas, inteligentes o interesantes. Por su lado la novia le está diciendo sí a su novio y con ello está renunciando a tener amores con cualquiera de los millones de hombres que pueblan el planeta tierra y que pudieran ser más adinerados y atractivos que aquel con el cual está haciendo un pacto conyugal. Lo mismo pasa en un restaurante, cuando miras el menú sabes que te vas a comer uno de los platos que está allí, pero que al decirle sí a uno de ellos le estás diciendo no a todos los demás. En la vida estamos permanentemente tomando decisiones, diciéndole sí a algunas personas, cosas y situaciones, y no a miles de otras posibilidades.

La única manera de dar en un blanco, es apuntarle a uno solo y olvidarnos de los demás. La única forma de triunfar en algo en la vida es ocuparnos de ese algo y abstenernos de todo aquello que pudiera distraernos. Debemos concentrarnos, y ello quiere decir reunir todo en torno a un solo centro, uno solo. Por ello el que quiere lograr el premio se focaliza, se mentaliza en una sola meta y se abstiene de todo lo demás. El apóstol Pablo, quien conocía de las competencias que se celebraban desde hacía ocho siglos atrás en el estadio griego de Olimpia, decía que al ver a esos atletas correr simplemente por una corona que luego se iba a corromper, él se sentía inspirado a correr también en su vida, sólo que por una corona incorruptible, eterna. El corría para lograr obtener el premio del supremo llamamiento, para asir la corona que le esperaba en el cielo. Y no se refería a la salvación del alma, puesto que esa no se la había ganado, sino que la había obtenido por gracia, por regalo de Dios. Él se refería al galardón que se le daría por las buenas obras que hiciera mientras estuviera en su cuerpo humano. Mientras que la salvación la había recibido por la fe, gratis, el galardón tenía que ganárselo, motivo por el cual, así como el deportista se abstenía de muchas cosas que le distraían, él tenía también que decirle no a millones de cosas para ocuparse de su salvación, es decir, para ponerla a producir las obras que Dios ya había preparado de antemano para que anduviese en ellas, pues aunque no se salvó por obras, sí se salvó para buenas obras.

Tomado de:
“Devocionales en Pijama”
de Donizetti Barrios
Derechos reservados de autor

5.12.2010

LA SABIDURIA

• Salmos 25:12 ¿Quién es el hombre que teme a Jehová? El le enseñará el camino que ha de escoger.

• Salmos 25:13 Gozará él de bienestar , y su descendencia heredará la tierra.

Es muy claro el salmista al respecto en este salmo.
Si usted quiere comenzar a vivir sabiamente la vida, siendo elevado y promocionado a niveles superiores de sabiduría e inteligencia, debe guardar este principio: “El principio de la sabiduría es el temor de Jehová; los insensatos desprecian la sabiduría y la enseñanza (Prov 2:6).

“Porque Jehová da la sabiduría, y de su boca viene el conocimiento y la inteligencia” (Prov. 2:6).

5.10.2010

LA FE

«…bienaventurados los que no vieron, y cr

La fe es por el oír

Así que la fe es por el oír, y el oír, por la Palabra de Dios.

– Romanos 10:17
Uno de los más grandes evangelistas con el don de sanidad que he conocido, me dijo una vez: «No lo entiendo, he impuesto mis manos sobre más de dos millones de personas. He visto milagros de todo tipo; no obstante, soy el último en este planeta que recibe sanidad».

Analícelo, este evangelista había visto a Jesús cara a cara en más de una ocasión, y sus manos se habían encendido con el toque sanador de Dios. Sin embargo, él no podía vivir sólo de experiencias. Él tenía que aprender, tal como usted y yo, a dar un paso a la vez: confesar, creer y mantenerse firme en la Palabra de Dios.

Usted podría pensar: “Bien, eso tal vez sea cierto. Pero, aún así, pienso que yo tendría más fe si Jesús se me apareciera como le sucedió a ese evangelista”.

No, realmente no es así; pues Jesús afirmó: «…bienaventurados los que no vieron, y creyeron» (Juan 20:29). La palabra bienaventurado significa: “Ser investido de poder”. Entonces, de acuerdo con las palabras de Jesús, usted tendrá más poder si cree antes de ver una manifestación física.

¿Por qué? Porque para creer en algo que no ha visto con sus ojos físicos, tendrá que verlo primero en su propio ser interior. Usted deberá activar su espíritu. Al hacerlo, logrará que éste, el cual es semejante a Dios, se levante y se fortalezca.

Entonces ¿debería evitar las manifestaciones y demostraciones espectaculares del poder de Dios que están ocurriendo en estos días finales?

¡Definitivamente, no! Disfrútelas a plenitud. Asista a todas las reuniones cristianas que pueda, sea parte del mover de Dios; pero no disminuya su fe en el proceso.

Sobre todo permanezca firme en la Palabra. Ésta siempre obrará, ya sea que los dones estén fluyendo o no. La Palabra funcionará en la luz del día y en la oscuridad; también para todo hombre, mujer o niño que la ponga en práctica. Las Escrituras son eternas, han sido establecidas en el cielo y en la Tierra para siempre.

Recuerde lo siguiente: La fe —esa clase de fe que usted utiliza a diario para vivir— no proviene por actuar en los dones del Espíritu, ni tampoco por ver a Jesús o por tener visitaciones y experiencias especiales de Dios. Ésta viene por el oír y el oír la Palabra de Dios. Juan 20:24-29

eyeron» (Juan 20:29).