4.29.2010

Fieles hasta la muerte

(Los apóstoles) salieron de la presencia del concilio,
gozosos de haber sido tenidos por dignos de padecer afrenta
por causa del Nombre
(de Jesús).

Hechos 5:41.



Cristianos, esta fe de origen divino es nuestra riqueza. Fue demostrada viva y poderosamente a través de la vida de personas débiles en apariencia, pero que triunfaron al seguir a Jesús. Hoy, en nuestros países llamados cristianizados, a veces quizá temamos dar testimonio de nuestra fe, por miedo a ser rechazados o menospreciados. ¡Que podamos mantenernos firmes por la gracia de Dios, a pesar de la oposición!





No temas en nada lo que vas a padecer… Sé fiel hasta la muerte, y yo te daré la corona de la vida.
Apocalipsis 2:10.

Jonas y Jesus

Jonás significa en hebreo “Paloma” y éste era el nombre de un profeta israelita que en el año 780 antes de Cristo, aproximadamente, tuvo el encargo de parte de Dios de ir a la gran ciudad de Nínive, la capital de Asiria, a anunciarles que Dios los iba a destruir como castigo por todos sus pecados. Jesús por su parte significa en hebreo “Dios salva” y éste es el nombre del Mesías, Dios hecho carne, el cual también tuvo como encargo de parte de Dios de ir a la nación de Israel, como profeta, y anunciar al igual que Jonás que era necesario que se arrepintieran de sus pecados porque el juicio de Dios venía para todos.

Entre Jonás y Jesús hay algunas similitudes y diferencias que vale la pena mirar para sacar conclusiones. Entre las similitudes están los hechos de que ambos eran israelitas, eran profetas y estuvieron tres días en una tumba de la que luego salieron. En el caso de Jonás fue tragado por un gran pez que lo tuvo en su vientre durante tres días y luego lo vomitó en tierra. En el caso de Jesús, estuvo muerto tres días en el sepulcro y luego resucitó en gloria y subió al cielo para sentarse a la diestra de Dios Padre. Los tres días de Jonás dentro del gran pez fueron una señal para el pueblo judío, dada con 800 años de anticipación, de que el Mesías tendría que morir, pero que al tercer día resucitaría.

Ahora las grandes diferencias entre estos dos mensajeros de Dios. Jonás era un rebelde, Dios le dijo que fuera a Nínive a predicar y Jonás se embarcó para Tarsis, en sentido contrario y bien lejos del objetivo. Jesús en cambio no se atrevió a salir de las fronteras de Palestina, ya que esa era la orden, y sólo se movía entre Judea, en el sur, y Galilea, en el norte, y llegó a estar en Samaria, en la mitad de ambas provincias. Jonás odiaba a la gente a la que tenía que predicarle. Jesús amó tanto a sus oyentes que hasta dio su vida por ellos. Jonás se enojaba contra Dios porque perdonaba a los que se arrepentían, en lugar de castigarlos. Jesús oraba por sus enemigos y se alegraba inmensamente cuando se arrepentían y recibían perdón. Jonás era un simple hombre que pretendía enseñarle a Dios cómo hacer las cosas. Jesús era Dios y aprendió a ser un simple hombre obediente, hasta la muerte, y muerte de cruz. ¿Qué prefieres, un Jonás gruñón o un Jesús de amor?

Tomado de:
“Devocionales en Pijama”
de Donizetti Barrios
Derechos reservados de autor.

4.28.2010

Las Malas Actitudes Danan Las Buenas Obras


¿Alguna vez has vivido la experiencia de comprar en algún lugar donde el vendedor pareciera odiar su trabajo, odiarte a ti y odiar tener que atenderte? ¿O has ido a un restaurante donde el camarero es tan malgeniado que has preferido comer simple y usar tu pañuelo antes que llamarlo para pedirle un salero y una servilleta? ¿O puedes recordar a esos profesores que en lugar de motivar y ayudar a sus alumnos a aprender y superarse parecían disfrutar hasta con una risita macabra haciéndoles perder la materia? ¿O alguna vez te ha tocado un médico regañón que en lugar de mostrar interés por tu salud pareciera ser tu papá que se ha enojado porque estás enfermo y te va a castigar?

Todas estas personas aunque sepan hacer su trabajo y cumplan con sus deberes están dañando sus buenas obras y dejando una pésima imagen en la gente que atienden, sencillamente porque tienen una mala actitud. Y lo mismo pasa en la vida espiritual del cristiano, podemos obedecer a Dios, pero hacerlo por los motivos incorrectos y por ello con una actitud incorrecta, y como resultado de nuestro mal proceder las buenas obras que hicimos no cuentan a nuestro favor y es peor que no haberlas hecho nunca. Por ello el apóstol Pablo expresaba en su primera carta a los corintios en el capítulo 13 que si él fuera el “Supermán” espiritual que habla en lenguas humanas y angélicas, que profetiza, que entiende todos los misterios y toda la ciencia y por ello escribe libros maravillosos y da conferencias espectaculares, que tiene tanta fe que es capaz de mover la Cordillera de los Andes y echarla al mar delante de las cámaras de la CNN, que vende todas sus posesiones y les envía el dinero a los niños pobres de África y que es capaz de entregar su cuerpo para que los perseguidores de los cristianos lo quemen vivo, tal y como lo hacía en su época el emperador romano Nerón en los terrenos donde hoy en día se ha construido la catedral de San Pedro, pero… no tiene amor, de nada le valió todo lo que hizo, porque una mala actitud echó a perder todo su lindo trabajo. Vale la pena que desde el simple cristiano que limpia los baños hasta el pastor que dirige un ministerio de millones de dólares y miles de ovejas se pongan la mano en el corazón y mediten en la actitud con la que están trabajando, porque si no están destilando amor, están mal.

Tomado de:
“Devocionales en Pijama”
de Donizetti Barrios
Derechos reservados de autor.

4.27.2010

Cazando Zorras Pequenas

Los pequeños malos detalles cuando se hacen frecuentes se tornan en muy peligrosos, pues por ser pequeños pasan inadvertidos por nuestro puesto de control, ya que cruzan de a uno por uno, pero cuando se juntan se convierten en un gigantesco problema. Tal vez no le prestes atención a una hormiga que anda merodeando por un poco de miel que regaste sobre la mesa, pero si no exterminas esa hormiga y limpias las pequeñas gotas del dulce, y te vas, cuando regreses ya no vas a encontrar una hormiga, sino un enorme ejército que ha hecho camino desde la pared hasta tu mesa de comedor. Y así también acontece con esos minúsculos y odiosos detalles de nuestra parte cuando no se corrigen y se hacen repetitivos. Después de un tiempo dichas pequeñeces se convierten en enormes e inaguantables conductas que la gente no está dispuesta a soportar y que a nosotros nos cuesta superar, por cuanto se nos han vuelto hábitos.

El amigo que se la pasa pidiendo favores y le gasta la paciencia a su compañero sin considerar que una cosa es la amabilidad y otra la obligación. El marido que confunde la amorosa atención de su esposa con el trabajo forzado de una esclava. El hijo que no aprecia el voto de confianza que le dan sus padres y se imagina que el permiso para salir socialmente es un derecho que por fin se le reconoce. La mujer que no valora los esfuerzos de su esposo para darle gusto y cree que a los hombres hay que exprimirlos para que saquen el dinero escondido. Y el vecino que barre la basura hacia la casa del lado y estaciona el auto tapándole la salida del garaje pensando que la tolerancia es una autorización para ser abusivo. Son todos ellos pequeños detallitos que cuando se hacen constantes y se juntan provocan desastres. Sí, una pequeñez, una sola, se puede pasar por alto, pero cuando esas pequeñeces se repiten una y otra vez, terminan por minar la paciencia y provocan que en algún momento el globo no soporte más la presión y explote. Las zorras pequeñas son las que echan a perder las grandes viñas, los lindos matrimonios, las viejas amistades, los buenos negocios y la vida espiritual del cristiano que de a poco descuida su vida devocional creyendo que falló sólo un día y nada más.

Tomado de:
“Devocionales en Pijama”
de Donizetti Barrios
Derechos reservados de autor.

4.26.2010

El Placer De Oler A Nuevo

Una de las cosas que desde chico resulta placentero hacer es oler las cosas que son nuevas, tales como los libros y cuadernos para la escuela, los zapatos, la ropa, los colores y lápices, los juguetes, etc. Sacar algo de su estuche original y olerlo es una agradable experiencia que a veces le era negada a quienes tenían que usar la ropa y los libros que les dejaba el hermano mayor. Y tal placer de oler las cosas nuevas se extiende toda la vida, a tal punto que cuando en una tienda te venden un producto que ha sido desempacado te lo dan más barato, no porque esté usado, sino porque estando nuevo ya se abrió su empaque. Y ni qué decir de los automóviles, que por el sólo hecho de haber sido sacados de la agencia ya se depreciaron, aunque todavía huelan a nuevo.

En la vida de un cristiano el placer de oler cosas nuevas es algo que se puede vivir dos veces cada día, sólo que en el área espiritual. Lo primero que se puede oler es el regalo de la misericordia de Dios, el cual cada mañana nos regala una nueva. No importa que la misericordia del día anterior esté en buen estado, todavía huela a recién estrenada y no se haya agotado, hay que desecharla, ya no sirve para el día siguiente, porque cada mañana Dios nos da una nueva, recién salida del horno, empacada y sellada, la cual debemos destapar, sacar de su estuche y estrenar con todo y su rico aroma a nuevo. Sí, cada día, el amor compasivo de Dios nos es dado en abundancia para poder pasar por alto los errores y “metidas de pata” que podamos tener en tanto que caminamos hacia la perfección. Y dicha misericordia la necesitamos nueva, porque sí que la consumimos rápido, ya que si no fuera por ella tendríamos que enfrentarnos al juicio diario de Dios, pero afortunadamente la misericordia triunfa sobre el juicio según enseña Santiago 2:13. Y lo segundo que podemos oler cada día a nuevo es a nosotros mismos. Mientras que la misericordia es un regalo que viene de fuera de nosotros, la “Renovación” es el placer de oler nosotros mismos a nuevo, de que el aroma y la apariencia a nuevo emane de nuestra humanidad, Y esto se hace una realidad cuando pedimos perdón a Dios por nuestros pecados y hacemos nuevo nuestro ser interior por la obra del Espíritu Santo, pues aunque nacemos de nuevo una sola vez podemos y debemos renovarnos cada día.

Tomado de:
"Devocionales en Pijama"
de Donizetti Barrios
Derechos reservados de autor.