11.11.2010

Si la montaña viene a ti, corre, es un terremoto

(Lucas 5:1-11)

En la vida hay que prepararse para las buenas oportunidades, pues éstas toca una vez y si la puerta no se abre y nadie les invita a pasar, siguen de largo. Y de allí en adelante hay que tener paciencia y esperar hasta que a otra se le ocurra venir a tocar de nuevo. Hay muchas personas que están de brazos cruzados esperando que las cosas buenas de la vida lleguen hasta su puerta, toquen y toquen. Y al ésta no abrirse, tumbarla de un golpe e ir hasta donde están sentados haciendo pereza, tirarlos de la silla, ponerlos boca abajo, sacarles la billetera, depositarles un cheque bien grande adentro, y luego irse.

¡Ey amigo! ¡Despierta! Ya es hora de ponerte las pilas y salir a buscar las mejores cosas que Dios ha preparado para ti desde antes de la fundación del mundo. Sí, hay que ir en busca de las oportunidades y abrazarlas y traerlas a casa, en lugar de quedarte sentado esperando que lleguen algún día. Un refrán dice que si la montaña no viene a Mahoma, entonces Mahoma va a la montaña. Así es que ponte zapatos cómodos y disponte a ir a la montaña que tienes en frente y que has querido conquistar desde hace tiempo. Esa montaña no va a venir hacia ti, y si viene, corre, es un terremoto. Y si de pronto no es un terremoto sino un milagro porque tu fe es tan grande que puedes mover los montes, de todas maneras tendrás que escalarla, pues el que se haya movido hasta donde tú estás no significa que haya perdido su altura. La Biblia nos cuenta de una ocasión en que los apóstoles estuvieron toda una noche pescando sin lograr nada, hasta que Jesús les dio la orden de lanzar la red de nuevo, y obedeciendo al Señor, sacaron tantos peces que casi se hunden y tuvieron que pedir ayuda. Pero, ¿qué hubiera pasado si no tuvieran redes? ¿O estuvieran rotas por no coserlas? ¿O hubieran dicho que no sabían lanzarla porque esa materia la perdieron en la escuela de pesca? ¿O que mejor volvían al otro día porque ya el turno había terminado y tenían que dormir? ¿O que si mejor hacía el milagro completo y ponía los peces dentro de la barca ya sin escamas y bien lavados? ¡Oye, Dios da mangos, no jugo de mango! Así es que mas vale que te prepares, pero no con una canastilla, sino con maquinaria cosechadora y un título de ingeniero agrónomo especializado en mangos y además con contactos internacionales para ser exportador.

Tomado de:
“Devocionales en Pijama”
de Donizetti Barrios
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