4.19.2010

Juzgar

Las palabras de Jesús en Mateo 7.1: «No juzguéis, para que no seáis juzgados» no son una condena a cualquier tipo de juicio. Dios prohíbe los juicios demasiado críticos, superficiales y equivocados. El Señor te llama al amor y la misericordia en los juicios que haces: «Porque con el juicio con que juzgáis, seréis juzgados, y con la medida con que medís, os será medido» (Mateo 7.2). Al tener que hacer juicios no debes hacerlos «según las apariencias, sino juzgad con justo juicio» (Juan 7.24).
Jesús espera que hagas juicio con discernimiento: «No deis lo santo a los perros, ni echéis vuestras perlas delante de los cerdos» (v. 6). «Cerdos» y «perros» en este versículo se refieren a personas enemigas empedernidas del evangelio, por lo tanto, debes juzgar con cuidado y bíblicamente.
Los cerdos y los perros eran animales inmundos según el Antiguo Testamento. Un hebreo nunca criaría cerdos como animales domésticos, ni tampoco tendría en casa a perros. Ante la hipocresía de los fariseos y su exhibicionismo religioso, está claro a quiénes tenía Jesucristo en mente cuando prohibió echar perlas a los cerdos. No eran los arrepentidos publicanos y pecadores.
Los cerdos y los perros representaban la antítesis espiritual de «quienes tienen hambre y sed de justicia» (Mateo 5.6). Estos estaban llenos de egoísmo y dispuestos, ayer y hoy, a rechazar el mensaje de Cristo. Pero los hambrientos espirituales de ayer y de hoy, quienes saben que están enfermos y necesitan un médico, lo dejarán todo por la verdad transformadora de Jesucristo, que calma la sed y satisface el alma.

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