9.17.2010

Ven capullo y reclama lo que es tuyo


(2 Corintios 1:19-20)

El payaso que animaba la fiesta llamó al primer niño al que debía entregarle su regalito, pero en lugar de dárselo, le preguntó:

- ¿Cuál es el animal que come con la cola?

- No sé – respondió el niño

- Pues todos, porque ninguno se la quita para comer – y todos rieron – Otra oportunidad, ¿cuál es el animal que tiene los hijos con la patas?

- No sé – dijo el chico

- Pues el pato – y todos volvieron a reír – Y la última a ver si te entregamos tu regalo, ¿cuál es el animal que duerme toda la noche con el foco prendido?

- No sé

- Pues la foca – Y no paraban de reír. Entonces el niño tomó el micrófono y preguntó:

- ¿Y dime tú payasito, cuál es el animal que tiene unos zapatos grandes que lo hacen caminar muy chistoso, una nariz redonda y es tacaño y no da ningún regalo?

El payaso, temiendo lo peor tragó saliva y con la voz mucho más aflautada dijo:

- No sé

- Pues el pingüino, porque sus zapatos son unas grandes aletas, su nariz es redondita y cuando llega la hora de los regalos nada por aquí y nada por allá, por ser acuático.

Cuando todos reían, el payaso respiró aliviado y dijo entusiasmado:

- Ahora vengan todos los niños a reclamar sus regalos. El papá del cumpleañero los ha comprado para ustedes de manera que venga el hijo y entréguelos por favor. Y ningún niño se puede ir sin regalo, ninguno. Ven capullo y reclama lo que es tuyo.

Lo acontecido en esta fiesta es una perfecta ilustración de lo que sucede espiritualmente en la vida cristiana, pues el Padre tiene muchos regalos para nosotros, pero Jesucristo, el Hijo, es el único autorizado para darlos. Ven a Él. Ven capullo, y reclama lo que es tuyo.

Tomado de:
“Devocionales en Pijama”
de Donizetti Barrios
Derechos reservados de autor.

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