4.28.2010

Las Malas Actitudes Danan Las Buenas Obras


¿Alguna vez has vivido la experiencia de comprar en algún lugar donde el vendedor pareciera odiar su trabajo, odiarte a ti y odiar tener que atenderte? ¿O has ido a un restaurante donde el camarero es tan malgeniado que has preferido comer simple y usar tu pañuelo antes que llamarlo para pedirle un salero y una servilleta? ¿O puedes recordar a esos profesores que en lugar de motivar y ayudar a sus alumnos a aprender y superarse parecían disfrutar hasta con una risita macabra haciéndoles perder la materia? ¿O alguna vez te ha tocado un médico regañón que en lugar de mostrar interés por tu salud pareciera ser tu papá que se ha enojado porque estás enfermo y te va a castigar?

Todas estas personas aunque sepan hacer su trabajo y cumplan con sus deberes están dañando sus buenas obras y dejando una pésima imagen en la gente que atienden, sencillamente porque tienen una mala actitud. Y lo mismo pasa en la vida espiritual del cristiano, podemos obedecer a Dios, pero hacerlo por los motivos incorrectos y por ello con una actitud incorrecta, y como resultado de nuestro mal proceder las buenas obras que hicimos no cuentan a nuestro favor y es peor que no haberlas hecho nunca. Por ello el apóstol Pablo expresaba en su primera carta a los corintios en el capítulo 13 que si él fuera el “Supermán” espiritual que habla en lenguas humanas y angélicas, que profetiza, que entiende todos los misterios y toda la ciencia y por ello escribe libros maravillosos y da conferencias espectaculares, que tiene tanta fe que es capaz de mover la Cordillera de los Andes y echarla al mar delante de las cámaras de la CNN, que vende todas sus posesiones y les envía el dinero a los niños pobres de África y que es capaz de entregar su cuerpo para que los perseguidores de los cristianos lo quemen vivo, tal y como lo hacía en su época el emperador romano Nerón en los terrenos donde hoy en día se ha construido la catedral de San Pedro, pero… no tiene amor, de nada le valió todo lo que hizo, porque una mala actitud echó a perder todo su lindo trabajo. Vale la pena que desde el simple cristiano que limpia los baños hasta el pastor que dirige un ministerio de millones de dólares y miles de ovejas se pongan la mano en el corazón y mediten en la actitud con la que están trabajando, porque si no están destilando amor, están mal.

Tomado de:
“Devocionales en Pijama”
de Donizetti Barrios
Derechos reservados de autor.

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